Este artículo escrito por Txema Urquijo lo ha publicado “Agenda Pública” el 5 de marzo. |
No ha sido Arnaldo Otegui la primera persona encarcelada por la comisión de delitos relacionados con la violencia política que sale de prisión con la intención de hacer o seguir haciendo política. En Euskadi, sin ir más lejos, fueron no pocos los polimilis que, después de haber pasado un tiempo encarcelados y tras abandonar la estrategia político-militar, abrazaron los modos pacíficos de la política tradicional. Kepa Aulestia, Teo Uriarte o Mario Onaindia son, tal vez los nombres más significativos, aunque no los únicos.
Pero sus tiempos fueron otros y los réditos electorales que pudieron obtener, a través de aquella recordada y admirada Euskadiko Eskerra, se derivaron fundamentalmente del proyecto político que defendían, mucho más que de sus peripecias vitales personales, especialmente cuanto tuviera que ver con su condición de “represaliados” por la dictadura o el estado opresor. Nunca su “injusto sufrimiento” formó parte del capital político sobre el que buscaron apoyo electoral.
Muy al contrario, la izquierda abertzale está sabiendo aprovechar bien la conjunción de factores que concurren en el caso de Arnaldo Otegui. ... Una inteligente campaña de comunicación e imagen ha presentado a Arnaldo Otegui como víctima de la represión política injusta del Estado: El hombre que abanderó el camino hacia la Paz en Euskadi encarcelado por ello. Nuestro particular Mandela, como muchos se atrevieron a proclamar, aceptando un nivel de protagonismo personal y culto al líder desconocido hasta ahora en ese mundo político.
Los impactos provocados por factores emocionales tienden a ser efímeros. Y a la profusión y velocidad de los sucesos informativos en el mundo de hoy se une la voracidad con que los medios y la propia opinión pública devoran y desechan cuanto sucede, por importante que sea, urgidos por la siguiente noticia que atropella con su frescura.
A juzgar por algunos detalles, diríase que Otegui ha tomado nota de los nuevos modos y estilos incorporados a la política en sus años de ausencia. Con ellos ha de intentar devolver la ilusión a sus huestes y recuperar el terreno perdido. No lo tiene fácil. Un destacado miembro de Podemos afirmaba que la presencia de Otegui no les perjudicará, pues representa esa política vieja en Euskadi, la que nos vincula a ETA, a los presos, al conflicto…y ese tiempo ha pasado ya para mucha gente.
La izquierda abertzale y el mismo Otegui lo saben y pondrán todo su empeño en conseguir la cuadratura del círculo: contentar a quienes aún respiran por la herida del conflicto y atraer a otros sectores progresistas que viven ya en una sociedad diferente y cuyas aspiraciones principales distan mucho de las reivindicaciones históricas de ETA.
Veremos.