La revelación de las conversaciones del jefe del Estado y su esposa con un personaje imputado por diversos delitos, y sospechoso de haber participado en otros, es un hecho relevante, no una mera anécdota. Por lo que uno y otros dicen en ellas. Pero, sobre todo, porque vuelve a plantear el problema de la solvencia moral de la casa real española, requisito fundamental para que ésta pueda ocupar el máximo cargo institucional que existe en este país. El apoyo de los monarcas a un presunto delincuente y la cruda descalificación por parte de la reina de quienes han denunciado su delito no son, ni mucho menos, tan graves como los comportamientos que llevaron a la abdicación de Juan Carlos I. Pero reabren una puerta que algunos creyeron que estaba ya cerrada. (Sigue en eldiario.es/zonacritica)