Los presagios pintan mal para los Populares. No hay más que ver la irritación de Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta descabezadora, cuando le preguntan para constatar que se temen lo peor: ser los más votados y que muchos votantes de derechas visualicen cómo los naranjas constituyen el relevo natural de un PP agotado por la corrupción.
Pero no olviden que no sería la primera vez que las encuestas sitúan al PP muy por debajo de sus resultados reales y que nuestro Mariano, al final, siempre se salva.