Una campaña muy extraña y unas elecciones más inciertas que nunca, justamente cuando el futuro parece un bosque más inhóspito que nunca.
Tras ver el debate organizado el viernes pasado por La Vanguardia, se puede deducir que nadie de los que aspiran a presidir Catalunya consiguió fijar la pregunta pública que debe organizar la discusión colectiva.
Cada cabeza de lista dice su copla sin dar con un centro de gravedad.
Lo peor son los reproches cruzados a propósito de la fecha de los comicios, un discurso sin recorrido.
Por encima de la polvareda de los argumentarios precocinados, veo los tres objetivos que interesan –me parece– a la mayoría:
Rehacer la conversación política, recuperar el prestigio de las instituciones de autogobierno y forjar grandes acuerdos para hacer frente a la crisis generada por la pandemia, a la vez que se impulsan políticas estratégicas, como las relativas a educación, salud, bienestar y seguridad.