25.
No se habían visto el día anterior pero por medio de un SMS Robert citó a sus dos amigos a las diez de la mañana en la parada del metro de San Nicolás. Ya sabía dónde iba a jugar el Indautxu B su próximo partido, el correspondiente a la jornada de ese sábado 26 de enero.
-No hace falta que cojamos el metro. El partido es en Artxanda, en el campo del Moraza. Podemos ir andando hasta la Plaza del Funi y coger el funicular, -les informó nada más juntarse. Luego dirigiéndose a Nordin preguntó. -¿Has recibido alguna noticia de ese cabrón?
-No, ayer no recibí nada. Tampoco le vi.
Casi no volvieron a cruzarse palabra hasta que llegaron a la estación del funicular. Por delante caminaba Robert, con paso decidido, con su vieja bolsa de deportes azul y roja en su mano derecha, donde llevaba algunos complementos con los que disfrazarse.
El funicular, puntualmente, los trasladó hasta el vecino monte de Artxanda. A escasos tres minutos estaba el campo municipal donde iba a disputarse el encuentro entre el Moraza, equipo local, y el Indautxu B. El partido daría comienzo a las once. Poco antes de llegar a las puertas del modesto estadio Robert repartió el contenido de su bolsa y se separaron. Robert se transformó en un llamativo aficionado con una bufanda azul y blanca, una visera con los mismos colores, los del club local, un chándal azul marino, una peluca morena de pelo lacio y largo y unas gafas de cristal sin aumento alguno, grandes, con una montura del mismo color que su atuendo. Parecía otra persona. Su transformación se había llevado a cabo en el espacio que separaba una furgoneta blanca y un pequeño camión, ambos estacionados en las cercanías. Se acercó a la puerta de esa guisa, pagó la entrada y se colocó en un lateral, lejos de la grada.