El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

martes, 2 de junio de 2020

La Furia de la Casa Blanca

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La vida tiene cada cosa. Que alguien como Donald Trump, -que pretende ser la encarnación del macho invencible-, se parezca cada vez más a las Erinias, Las Furias de los romanos, resulta -como mínimo- cómico.

Twitter decidió prevenir a la gente de que una serie de mensajes del presidente ofrecen información “potencialmente engañosa”, su majestad Donald ha firmado un decreto para tratar de controlar a las empresas de redes sociales. Y como Trump entiende, sobre todo, el lenguaje del dinero, ha ordenado limitar el gasto de publicidad de su gobierno en esas compañías.

Trump invoca la libertad de expresión. Arguye que las grandes empresas tecnológicas están en su contra y que censuran el discurso conservador.
Pero jamás ha puesto el grito en el cielo por el poder que tienen tales compañías sobre la ciudadanía a partir de la información que -en ocasiones- los propios ciudadanos ofrecen como corderitos cándidos; ni ha criticado la desinformación y la difamación, que como pájaros de mal agüero, se posan todo el tiempo sobre las redes sociales. Ni ha admitido que él mismo, con sus retuits frenéticos e histéricos, adoba el caldo de cultivo de la denigración y la mentira.

El decreto del presidente contra las empresas de redes sociales puede que quede en aguas de borrajas: ni fu ni fa. Los expertos dicen que es potencialmente inconstitucional. Pero Trump sabe que sus acólitos necesitan esa pequeña alegría para seguir adorándolo.