Fue entonces cuando algunos entendimos que nuestra opinión sobre la Carta Magna, a la que en su momento respondimos con "Konstituzio honi, Ez" debería adecuarse a los nuevos tiempos que estábamos viviendo. Se trataba de una evolución lógica fruto de nuestra realidad cotidiana. Probablemente, la gran mayoría de los que dimos aquél paso no solo no nos arrepentimos, sino que estamos orgullosos de haber tomado aquella decisión tan importante para nosotros.
Este artículo que a continuación adjunto lo escribió Tonia Etxarri en El País, esta semana hace 30 años.
Euskadiko Ezkerra (EE) ha expresado un "inequívoco sí a la Constitución" con motivo del décimo aniversario de su aprobación. La mayoría de los ciudadanos vascos optó en el referéndum, celebrado en 1978, por la abstención. El partido que preside Juan María Bandrés, que preconizó entonces el voto negativo, señala que "con esta Constitución en la mano es posible y necesario desarrollar una política de mayor libertad, democracia, igualdad y autogobierno".
La restricción de las libertades, el desequilibrio entre los tres poderes básicos del Estado, las desigualdades sociales y la lectura "marcadamente centralista" con que se ha desarrollado el título VIII de la Constitución están en la lista de agravios expuesta por EE. "A pesar de todo", matiza el documento, "el ideal democrático exige el acatamiento y el cumplimiento de la Constitución, no su reforma, planteada en numerosas ocasiones desde actitudes demagógicas o desde voluntades involucionistas".