La esperpéntica huelga de hambre del presidente catalán, mas parecida a una recomendación de su dietista que otra cosa, la ridícula reacción ante la enérgica actuación de una policía normalizada, sea la "suya" o no, son dos de las muchas muestras que está dando ese gobierno de su diarrea mental.
Lo explico ayer muy bien Aulestia en El Correo: La Cataluña oficial muestra síntomas de descomposición desde que el independentismo sin mayoría social creyó ser la representación única del país. Tras ningunear a los no independentistas, afloraron las divisiones en su seno; el desconcierto y la desorientación. El efecto inmediato fue la dilución de los partidos; incluso de ERC, que nunca ha sabido autodeterminarse. No hay un proyecto político al frente de la Generalitat, más allá de un instinto de conservación de una mayoría parlamentaria a bulto. No hay una hoja de ruta para nada; mucho menos una estrategia por la república. Quienes tienen en sus manos las cuentas autonómicas no saben siquiera qué hacer con los Presupuestos de Sánchez. La descomposición independentista ha dejado la Generalitat sin gobierno, puesto que tampoco tiene presidente.