La tempestad no va a amainar. Si el monarca bien preparao cree que el silencio le conviene, puede que en esta ocasión se equivoque.
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"No hables a menos que puedas mejorar el silencio",
reza aquel viejo adagio, pero esta vez
no parece que el silencio esté mejorando nada para nadie.
Tanto el refranero popular como la literatura clásica contienen centenares de citas ponderando las ventajas de permanecer callado.
"De lo que no se puede hablar, mejor es callarse", concluía Wittgenstein en su célebre Tractatus;
"me gusta cuando callas porque estás como ausente",
declamaba Pablo Neruda;
"hay dos maneras de demostrar la incompetencia,
permanecer callado o hablar y despejar toda duda"...
También hay citas para defender lo contrario:
"Quien calla, otorga", por ejemplo;
"Hablar es bueno para el cuerpo y para el alma"
asegura el siquiatra Rojas Marcos…
Se mire desde el ángulo que se mire la tempestad, como decía al comienzo, ya no va amainar, y es bastante probable que la bola de nieve continúe aumentando de grosor.