La Comunidad de Madrid y la de Murcia tienen muchas cosas en común.
Ambas son feudos conservadores desde hace más de un cuarto de siglo.
En las dos el PP ha gobernado en solitario durante décadas y se ha visto en los últimos años obligado a compartir el poder.
Ambas han sido epicentros de la corrupción
Y en ambas sendos presidentes del PP han acabado procesados por la justicia, y en ninguna de ellas se ha producido una regeneración.
Hoy Madrid y Murcia se parecen más que ayer.
Otra cosa les iguala: la reacción del PP cuando está a punto de perder el poder.
Otra cosa les iguala: la reacción del PP cuando está a punto de perder el poder.
Los mismos que habían santificado que gobernara "la lista más votada" abjuraron de esa teoría cuando les dejó de convenir.
Los mismos que cuestionaban los “pactos de perdedores” se aliaron con la extrema derecha para alcanzar o mantener el poder.
Los mismos que critican los "pactos en los despachos" han acordado en un despacho, con tres tránsfugas, una traición.
Ciudadanos hoy ya sabe –si es que tenía alguna duda– a qué tipo de partido sostiene en la Junta de Andalucía, en la Junta de Castilla y León o en el Ayuntamiento de Madrid. Y también la medida del gran error que cometió en 2019, cuando decidió entregar todos esos gobiernos a un Partido Popular que es la antítesis de la regeneración democrática o la lucha contra la corrupción que Ciudadanos decía enarbolar.
Teodoro García Egea, el presidente de Murcia, Fernando López Miras; y Pablo Casado, en Murcia