en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

viernes, 5 de marzo de 2021

Prostitución, en el Arriaga, una mezcla de espectáculo teatral, musical y documental.

 

Da gusto ver esos silencios conmovidos del público, y las descargas de humor feroz para liberarse un poco del peso del día a día de las prostitutas. 
En una obra como esta no puedes trabajar sin darlo todo. Y sus enormes actrices —Carmen Machi, Nathalie Poza, Carolina Yuste— parecen dejarse la piel a tiras. 
Si no existiera el término “cabaret documental” habría que inventarlo para esta función, donde conviven el escalofrío, la furia, la risa y la tristeza. 
Lima está más brechtiano que nunca, y eso para mí quiere decir auténtico: sea fábula o sea vida cotidiana, ha de llegarte y mostrar gente de verdad. 
El espectáculo nace en la calle y se mueve hasta el escenario, y el público vive el deseo, la necesidad, el secreto, la violencia, la ternura, el dolor, el placer, la compañía, el pagar por sexo, el cobrar por sexo. 
Es importante que no sea tan fácil atentar contra estas mujeres, que es algo que ocurre a diario en un mundo en el que impera la esclavitud, que no es algo del pasado.
El espectador vive en un conflicto permanente.
Legalización… Abolición…
Lo importante es poner este tema encima de la mesa, plantear preguntas y remover al público en un debate crítico del que
pueda sacar sus propias conclusiones. Y lo consiguen.
Una obra a la que quizás le sobran algunos minutos, que en determinados momentos peca de escesos de monólogos, pero que merece la pena ver.