Cada día se producen miles de resoluciones judiciales en España y, demasiadas veces, algunas nos resultan incomprensibles. Por ejemplo, el auto de libertad provisional otorgada al excomisario José Manuel Villarejo.
Generalizar sobre el funcionamiento de la administración de justicia a partir de estos casos es injusto (valga la redundancia) pero tampoco podemos quedarnos indiferentes.
Hay que dotar a los órganos judiciales de los medios para hacer bien y a tiempo su trabajo. Si no, se producen situaciones tan escandalosas como estas que provocan un mayor malestar en una opinión pública ya bastante alterada por las noticias que se van conociendo.
Los populismos crecen y se disparan a partir de un mal funcionamiento de nuestro sistema democrático. Vayamos con cuidado. (la vanguardia)