Llamémosle pragmatismo, muy presente desde hace décadas en la sociedad vasca,salvo en la época de Ibarretxe y los fines de semana de Arzalluz, manteniendo una permeabilidad doble, tanto con la opción favorable a la independencia como con la contraria, dándose flujos en ambas direcciones, especialmente cuando concurren circunstancias especiales.
Y la verdad, no les va mal.
El Sociómetro ultimamente nos ha dado también algunas claves de por qué al PNV no le afecta electoralmente el hecho de que el rechazo a la independencia alcance el 41% entre la población y los favorables se mueven en torno al 21%.
De los encuestados que en las últimas autonómicas votaron al PNV, preguntados sobre la independencia,
De los encuestados que en las últimas autonómicas votaron al PNV, preguntados sobre la independencia,
-el 16% se muestra a favor;
-el 43% dice que actuaría ‘según las circunstancias’, los llamados pragmáticos,
-y el 38% estaría en desacuerdo.
Un perfil semejante al que muestra la radiografía para el conjunto del país.
Por contra, estos últimos años, Cataluña, que desde que el Tribunal Constitucional revisó el Estatut, el ‘procés’ y la actitud autoritaria del Estado vaciaron y se cargaron el espacio de lo pragmático, no han salido de una crisis política salvaje.
Un dato interesante a tener en cuenta tanto para los que buscan la bronca, la tensión y el enfrentamiento, como para los que apostamos siempre por el dialogo, el acuerdo y la distensión.