Además de ignorancia y desconocimiento, existe también otro fenómeno muy generalizado entre las autoridades públicas encargadas de gestionar la pandemia y es el temor a enfrentarse con grupos de gran poder que tienen mucha influencia en la configuración de las políticas públicas que afectan la evolución de la pandemia.
Esta situación dificulta enormemente el control de la pandemia. Y es éticamente insostenible.
Este protagonismo de los intereses empresariales que responden a un criterio meramente mercantil es un suicidio colectivo, pues la evidencia señala que a no ser que se resuelva la pandemia a nivel mundial, ésta no solo no se resolverá, sino que incluso se puede empeorar.