El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

domingo, 4 de julio de 2021

Vuelven los contagios, y se mantiene la cobardía institucional, refloran los descerebrados y los esperpénticos gritos de "libertad".

Tras semanas de descenso continuado, el número de contagios por coronavirus vuelve a subir en España con rapidez. 

Sin las medidas que permitían el control durante el estado de alarma, tras la delegación del gobierno en las CCAA y la generalizada dejación de estas a la hora de tomar decisiones restriccivas a su población, la contención de la pandemia depende ahora fundamentalmente de la responsabilidad individual,
 y aunque esta siendo encomiable la disciplina y el rigor con el que la mayor parte de la población está siguiendo las recomendaciones sobre contactos sociales y uso de la mascarilla, basta con que una pequeña parte deje de tomar precauciones, como ha ocurrido en Mallorca, en Euskadi, en Madrid y en miles de lugares de la península, para que el virus encuentre la oportunidad de expandirse de nuevo.

Además, han coincidido en este caso la relajación de las restricciones por parte de las CCAA (ninguna quería ser más dura que su vecina), y la apertura del ocio nocturno (ninguna se ha atrevido a limitar el horario donde el peligro es mucho más evidente).  Recordar que las "No Fiestas", las "medio fiestas" organizadas por las administraciones, ejemplo Sopelana, y la gran necesidad psicológica de recuperar la normalidad han hecho el resto.

En cualquier caso, tras más de un año de pandemia, se han dado situaciones esperpenticas que no ayudan al optimismo:

-Administraciones que permiten "viajes de estudios" y/o organizan "medio fiestas" desde los ayuntamientos y siguen permitiendo que se mantengan las reuniones más peligrosas con alcohol hasta las 02:00 a.m. o más .

-Descerebrados/as que se apuntan a fiestas multitudinarias, semilegales o semipermitidas, con gran eco en la prensa que solo favorece su propagación.

-Familiares egoistas y tan descerebrados como sus hijos/as que cuando estos son invitados a recluirse para evitar la propagación de la pandemia saltan a la calle al ridículo grito de "libertad, libertad".

Así, poco podremos avanzar en el control de la pandemia.