El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

viernes, 3 de mayo de 2013

La hora del liderazgo


Xabier Gurrutxaga hoy en Vocento

Tras el desenlace que tuvo el debate presupuestario, parece ser que el lehendakari ha comprendido que no hay posibilidad efectiva de garantizar la estabilidad institucional y por ende la gobernabilidad desde la puesta en práctica de la llamada estrategia de la ‘geometría variable’. Ésta para su puesta en práctica requiere de un gobierno con más respaldo parlamentario, pero sobre todo precisa que existan fuerzas en la oposición que estén dispuestas a participar en ese juego. Desde la misma noche electoral se supo que la legislatura no se iba a iniciar con un gobierno de coalición ni con un pacto de legislatura. Ello era así, no sólo porque el PNV sí contemplaba gobernar en minoría con la esperanza puesta en la magia y en las virtudes de la ‘geometría variable’, sino también porque ninguna fuerza estaba en condiciones de estrenar la legislatura con un pacto de investidura con el PNV. Ninguna de las dos fuerzas parlamentarias, Bildu y socialistas, que podían favorecer una investidura con mayoría absoluta presionó al PNV lo más mínimo para que éste tuviera que abrirse a contemplar una opción distinta a la de un gobierno en minoría. 

El PNV se atrevió y optó tirar para adelante, con la esperanza puesta en su habilitad para
tejer acuerdos y la confianza en una mínima dosis de responsabilidad en las formaciones de oposición. Éstas, sin embargo, eligieron el papel más cómodo, menos comprometido, que es el de ubicarse en el espacio de la oposición e instalarse en el mismo, para desde ahí criticar la irresponsabilidad del gobierno por su decisión de atreverse con un gobierno en minoría.

La cuestión presupuestaria ha sido muy ilustrativa de todo esto que comentamos. Por una parte, el Gobierno ha podido comprobar que no tiene la habilidad que creía tener para conseguir atraerse a alguna/as fuerzas de la oposición que impidieran la devolución del proyecto de presupuestos. Por otra parte, el Gobierno también ha podido comprobar que con independencia de las enormes diferencias que existen entre ellos, sin embargo, hay un interés común y compartido cuando se trata de poner de manifiesto la debilidad del gobierno. 

Este es el escenario en el que se mueve actualmente la política vasca, a pesar de que todo el
mundo reconoce la gravedad de la situación y muchos apelan al entendimiento y al acuerdo, aunque en realidad algunos jueguen a la confrontación. La gobernabilidad y la estabilidad
institucional son siempre factores muy importantes en la gestión de un sistema democrático, especialmente cuando los ciudadanos y la propia democracia se ven tan afectados por la profundidad de la crisis. La ciudadanía quiere que las formaciones políticas se pongan de acuerdo cuando menos en cuestiones básicas y esenciales. Y sin embargo no entiende por qué no se ponen de acuerdo. No creo que en la atribución de culpas, la ciudadanía funcione con criterios tan cerrados como los que habitualmente suele utilizar la oposición, sea cual sea ésta. En la política vasca es necesario pasar de la actual dinámica de confrontación, para dar paso a una nueva basada fundamentalmente en el acuerdo y en la colaboración. Para ello es preciso que el lehendakari y el PNV asuman como objetivo estratégico de la legislatura conseguir con alguna fuerza de la oposición un acuerdo de gobierno, con o sin gobierno de coalición, que permita la gobernabilidad con contenidos coherentes y la estabilidad institucional.

Ignoro si la propuesta que efectuó ayer el lehendakari bajo la fórmula de ‘acuerdo de estabilidad’, persigue este horizonte que acabo de exponer. Sería positivo que lo tuviera y en ese sentido que se empezara cuanto antes a gestionarse. Para alterar la dinámica actual de confrontación es preciso asumir con decisión y liderazgo el reto de transformar el actual Gobierno en minoría en uno que goce de respaldo parlamentario mayoritario. Asumido el reto y ejercido debidamente el liderazgo, las fuerzas de la oposición lo tendrán más difícil para hacer ‘bolero-bolero’ y mirar hacia otro lado.