Posiblemente sea sólo una impresión provisional, que dentro de poco tiempo quedará borrada por acontecimientos de otra índole. Pero por el momento, y desde hace ya bastantes semanas, en la crónica europea de la política no institucional han dejado de destacar las noticias de movilizaciones sociales. Y, por el contrario, lo que mandan son los atentados islamistas "espontáneos", las manifestaciones de la derecha religiosa francesa, la presión de la ultraderecha en varios países o el estallido en los barrios marginados de Estocolmo.
El único elemento que vincula unos y otros hechos es justamente que sus protagonistas no son las grandes masas que están siendo golpeadas por la crisis económica y por las políticas de austeridad que aplican los gobiernos del continente.
La violencia, como expresión de la desesperación de las minorías marginadas, es tan inquietante como la radicalización de amplios sectores de la derecha que se está produciendo en toda Europa, y también en España. Pero no menos preocupante es la pérdida de capacidad de movilización que parece aquejar en estos momentos a la izquierda del continente, incluyendo en ese concepto a los nuevos movimientos sociales.el continente.