«Gobernar o dirigir un país o una organización es pactar, y pactar no es ceder»

domingo, 12 de mayo de 2013

Todo lo que el hombre quiere, ... ¿se debe poder?


Es habitual contraponer al poder el deber: no todo lo que se puede está permitido. Se puede, quizá, pero no siempre se debe. Y sin embargo, la pregunta de fondo es si realmente se puede tanto como se quisiera. Es probablemente una de las características más importantes de la cultura moderna situar la acción humana bajo el lema del poder: lo que se quiere, lo que el hombre quiere, se debe poder. El poder es la directriz suprema, el poder como el instrumento clave para satisfacer los deseos humanos, lo que los humanos quieren en cualquier momento.

La experiencia, sin embargo, enseña que no todo es posible. Aunque nos resulte más satisfactorio responsabilizar de la crisis que nos está afectando tan gravemente a la avaricia y al deseo de enriquecimiento de los banqueros, de los profesionales de las finanzas, de los ricos, y a los mercados, lo cierto es que la fe en que todo es posible, la fe en que es posible superar los ciclos económicos, en que es posible evitar los riesgos del mercado, en que fórmulas matemáticas cada vez más complicadas y perfectas pueden hacer olvidar los riesgos y las contingencias de la economía real, la fe en que es posible una reproducción infinita del dinero sin tener en cuenta las limitaciones de la economía real ha jugado un papel crucial en todo lo que ha sucedido.

De igual manera, muchas de las soluciones que se proponen a la crisis que nos afecta se basan en que desde la política se puede todo: no hacer caso de los mercados y sus condicionantes, pensar que la buena intención que inspira las propuestas se va a traducir en resultados que no se desvíen en nada de esa buena intención, que no existen los efectos colaterales ni las consecuencias no previstas, obedecen a la misma fe en la omnipotencia humana.

Arregi en EL CORREO (10.05.13)