El Concierto Económico (o Convenio en el caso de Navarra) ha representado, sin ninguna duda, una gran ventaja para los territorios de Vasconia peninsular. Pero podría haber sido lo contrario. Está en la Constitución, es cierto, como también lo es que su justificación descansa en la tradición foral. Pero también es el resultado de una negociación.
El PNV hizo en su día una apuesta que salió bien. Hubiera salido mal si la capacidad recaudadora de la haciendas vascas hubiese sido menor que la de la hacienda española. En ese sentido fue una apuesta arriesgada. Tanto es así que Pujol pudo haber acordado el mismo modelo y no quiso: dijo que recaudar impuestos era demasiado impopular (tenía razón, era 1979) y que era mejor que recaudase la administración central. El gran acierto del nacionalismo vasco fue arriesgarse en aquel momento, pero esa apuesta podía habernos conducido al desastre si el país no hubiese reaccionado como lo hizo a la crisis tan pavorosa que sufrimos a primeros de los ochenta, primero, y a primeros de los noventa, después. Ahora no sería justo que se rompiera aquel pacto, porque las apuestas se hacen para mantenerlas.
La crítica principal que recibe el concierto es que es insolidario, porque no aporta de forma diferencial como lo hacen otras comunidades autónomas ricas a las finanzas públicas del estado. Pero a eso cabe oponer dos objeciones: Una es la de que los acuerdos están para cumplirlos en su integridad.... hasta que se rompen; pero si se rompen por ahí, se podrían romper por cualquier otro sitio; quiero decir con esto, que el status quo actual tiene varios elementos, y el del Concierto, aunque es muy importante, no es el único. Y la segunda (y para mí más importante), es que esa acusación parte de una concepción simplista de la noción de solidaridad, porque puede ser más solidario aquel que acaba aportando más simplemente porque genera más riqueza y recauda más. Quiero decir que si la CAV tuviera que aportar más ahora, quizás su capacidad para generar riqueza se vería afectada y, a la postre, podría acabar aportando menos en términos netos. Es lo que ocurre con los sistemas complejos, que tienen "outputs" muy difíciles de prever.
Estrambote: políticamente, el actual debate sobre el Concierto vascongado o el Convenio navarro, es bueno para el PNV, neutro para PP y EH Bildu, y extremadamente tóxico para el PSE. Es alucinante que Navarro lo haya abierto como lo ha hecho. Y una muestra clara de la desorientación que tienen algunos en el PSOE.