“La Justicia no es un restaurante donde se pueda elegir el menú” dijo el juez Elpidio José Silva mientras los comensales afilaban los cuchillos y enarbolaban los tenedores dispuestos a darse un festín con sus menudillos (que como es sabido son la parte más sabrosa de los jueces).
En la presidencia del banquete, entre togas y puñetas (bocamangas de fino encaje que lucen los jueces en los tribunales) se sentaba Miguel Blesa, el banquero doblemente excarcelado por un juez que puede acabar en el banquillo.
Lo de banquero es un decir, en realidad el señor Blesa era inspector de Hacienda y fue compañero de pupitre en las oposiciones de José María Aznar, su amigo y padrino porque estas complicidades estudiantiles unen mucho y a veces marcan tu destino para siempre, para bien y para mal.