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domingo, 23 de junio de 2013

Realmente ... ¿Hace falta un plan de paz?

Se nos ha dicho que la función crea el órgano. Salvo en el Gobierno vasco donde ocurre al revés: es el órgano el que tiene que crear la función. Y como se ha creado una vistosa Secretaría de Paz y Convivencia, ese órgano ha segregado lo que se presenta como plan de paz.

Foto dewww.diariovasco.com
Texto de : 
JAVIER ZARZALEJOS  22 jun 2013  El Correo

El plan no puede negar que es hijo del titular de la Secretaría y ex dirigente de Elkarri. Reproduce las pretensiones de una peculiar ingeniería social que parece muy popular y que sitúa la consolidación de la paz en las prescripciones oficiales de supuestos expertos.

¿A qué viene este nuevo ejercicio de artificiosa ingeniería social? Hay que poner en cuestión la premisa misma de la que parte toda esta elaboración en la que las palabras esconden la realidad, escamoteando el pasado para mantener vivos los viejos lugares comunes con expresiones biensonantes. ¿Hace falta un plan de paz? 

Siempre en estos planes está presente una proclamada preocupación regeneradora. Pero se elude precisamente todo aquello que produciría el efecto catártico. Para empezar, la disolución incondicional y definitiva de la banda, el reconocimiento no sólo del daño causado –eso es evidente e innegable– sino de la injusticia e ilegitimidad de éste, la denuncia de la exaltación social de asesinos, el recuerdo crítico del silencio y la insolidaridad que rodearon a las víctimas y a los amenazados.

A algunos –tal vez muchos– les puede resultar muy tentadora una historia que atribuya el cese de ETA a los heroicos esfuerzos de algún famoso encarcelado por persuadir a sus compañeros de los valores de la paz. Es un proyecto de leyenda que se sigue construyéndo y es falso. Y como el punto de partida consiste en ocultar que si hoy hablamos de una ETA derrotada es porque el Estado de derecho impuso su razón, su eficacia y su legitimidad, cuanto más se prolonga la línea del relato fraudulento, más nos alejamos de la realidad.

Estos son los caminos tortuosos, inauténticos e injustos que se proponen para que la sociedad vasca transite hacia un futuro que sin ETA debería ser el de su recuperación cívica. Ni la legitimación del terrorismo ni la confusión deliberada, que hace invisible tanto la culpa como la inocencia, pueden conducir a nada valioso porque ahondan en la malversación política del valor de la paz y de la reconciliación que no se logran a pesar de la libertad, la justicia y la verdad sino, precisamente, gracias a éstas.