en la que elegiremos el nuevo Parlamento Vasco.

sábado, 26 de diciembre de 2020

F-VI y el elefante. No ha tenido lo que hay que tener.
Nos ha demostrado que sigue la línea de su padre,
al menos en los discursos.

¿Quién dijo que no se puede ignorar a un elefante en una habitación como metáfora de que hay asuntos espinosos que conviene afrontar aunque uno no se atreva y finja que no existen?
Se puede. Lo ha hecho Felipe VI.

El rey sabe que el problema de la monarquía española no se llama Pablo Iglesias, sino Juan Carlos I.
Es consciente de que no ha habido mayor campaña de desprestigio contra la institución que el comportamiento obsceno y deshonesto de su padre, del que aprendió además muy pronto su cuñado, hoy en la cárcel.
Sabe también que nadie nunca hizo más daño a su reinado que el emérito.
Y sabe además que, por mucho tiempo que pase, los españoles no olvidarán que quien le antecedió en el trono arrastró por el fango el nombre de España, el de la corona y el suyo propio durante al menos las dos últimas décadas.

Y aún así no ha tenido lo que hay que tener.
Nos ha demostrado que sigue la misma línea de su padre,
al menos en los discursos.