..., de explicaciones ante los españoles.
Ni las ofrece el rey padre –que solo se comunica con el pueblo al que reinó a través de notas de prensa de su abogado– ni las ha ofrecido el rey hijo, que en este discurso ha optado por ignorar el problema, a ver si así desaparecía.
Solo ha dejado una pequeña referencia tangencial en una frase que resulta insuficiente, incluso en comparación con lo poco que su padre dijo cuando estalló el caso Urdangarín. Al menos en aquel momento, Juan Carlos de Borbón admitía que se trataba de una ilegalidad.
De lo que hablamos en este año terrible para la monarquía no es de falta de "ejemplaridad". Esa estación está ya muy superada y con evidente suspenso.
De lo que hablamos es de blanqueo, de delito fiscal, de tarjetas opacas, de decenas de millones de euros escondidos en paraísos fiscales y de maletines llenos de billetes pagados –no se sabe a cambio de qué– por dictaduras de todo pelaje.
Felipe VI perdió ayer otra oportunidad: la de pedir disculpas y ofrecer explicaciones, ya que su padre y predecesor en el cargo no lo hace. Y el rey ya acumula varios errores similares; sorprende que nadie en su entorno más cercano se los señale.
eldiario.es/escolar
Ni las ofrece el rey padre –que solo se comunica con el pueblo al que reinó a través de notas de prensa de su abogado– ni las ha ofrecido el rey hijo, que en este discurso ha optado por ignorar el problema, a ver si así desaparecía.
Solo ha dejado una pequeña referencia tangencial en una frase que resulta insuficiente, incluso en comparación con lo poco que su padre dijo cuando estalló el caso Urdangarín. Al menos en aquel momento, Juan Carlos de Borbón admitía que se trataba de una ilegalidad.
De lo que hablamos en este año terrible para la monarquía no es de falta de "ejemplaridad". Esa estación está ya muy superada y con evidente suspenso.
De lo que hablamos es de blanqueo, de delito fiscal, de tarjetas opacas, de decenas de millones de euros escondidos en paraísos fiscales y de maletines llenos de billetes pagados –no se sabe a cambio de qué– por dictaduras de todo pelaje.
Felipe VI perdió ayer otra oportunidad: la de pedir disculpas y ofrecer explicaciones, ya que su padre y predecesor en el cargo no lo hace. Y el rey ya acumula varios errores similares; sorprende que nadie en su entorno más cercano se los señale.
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