Ese es hoy el principal problema que padece la monarquía en España, y cuyo origen está en las trapacerías del rey emérito. Son actos de los que, por ahora, no se puede responsabilizar a Felipe VI –aunque sea difícil de creer, como con Cristina de Borbón, que el rey no se enterara de lo que pasaba en su propia familia–. Pero lo que sí es responsabilidad directa del actual jefe del Estado es su falta de actuación para frenar la asimilación de su figura por parte de la derecha.
Lo que calla el rey, ante quienes hablan en su nombre o le usan como ariete contra el Gobierno.¿Qué más hace falta que ocurra para que el rey deje claro a esos militares que no usen su nombre, ni le escriban más cartas? Con cada silencio, con cada discurso fallido, Felipe VI se está convirtiendo en el rey de la derecha, y no el de todos los españoles.
Son tres líneas bastante claras.
A menos edad, menor apoyo a la monarquía.
A más izquierda, más República.
Y si vives en Euskadi o en Catalunya, las posibilidades de que apoyes al actual jefe del Estado son las más bajas de la historia democrática.
Si Felipe VI quiere reinar muchos años, necesita congraciarse con las dos Españas que le están dando la espalda: la izquierda y la periférica. Es algo que sí logró su padre, al menos mientras los españoles no supieron de sus escándalos.
¿Nadie en el Palacio de la Zarzuela le va a decir al rey que está desnudo?
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