El Papa Francisco va a ser el único funcionario de la Santa Sede que podrá recibir
regalos por valor de más de 40 euros, como los que habitualmente le entregan los jefes de Estado y de Gobierno cuando son recibidos en el Palacio Apostólico.
El resto de trabajadores de la Curia romana tendrán prohibido recibir y solicitar presentes por valor superior a la citada cifra. Lo prevé la nueva ley anticorrupción hecha pública esta semana por el Vaticano y firmada el pasado lunes por Jorge Mario Bergoglio.
Con esta normativa, los cardenales y directivos de los organismos de la Santa Sede tendrán además que firmar una declaración en la que aseguran que no tienen condenas ni están siendo juzgados o investigados por fraude, terrorismo, lavado de dinero negro, explotación de menores, evasión fiscal o corrupción. Tampoco se les permite tener inversiones en paraísos fiscales o participaciones en empresas que actúen en sectores considerados contrarios a la doctrina social de la Iglesia católica.
Cuando se saca una ley suele ser para "reconducir" actitudes detectadas con la intención de corregirlas. Es una manera de reconocer públicamente la existencia de todos esos "pecadillos" en los territorios privados de la Iglesia Católica Romana.
Un poco tarde, pero bienvenida sea.
Ahora bien, creer que lo va a conseguir
es más dificil que creer en la doctrina que reparten.