El expresidnte de EEUU Donald Trump ya no está, pero su sombra sigue siendo muy alargada, al menos en el interior de muchas instituciones norteamericanas conservadoras, una de ellas la Iglesia católica de los Estados Unidos, profundamente dividida entre conservadores y moderados, y "descolocada" ante la elección del segundo presidente católico del país.
Da la impresión de que prefieren a un presidente evangélico que a un católico, porque así no tienen que enfrentarse a temas polémicos. Si Trump hubiese sido católico, ¿le habrían excomulgado por llamar al odio o por su política migratoria?.
Los obispos USA se han desmarcado con una polémica amenaza: negar la comunión al presidente de su país por su apoyo al aborto. Y, en un gesto inédito (y que, sin duda, marcará un antes y un después en las presiones a políticos católicos respecto a la defensa de la vida), la "Santa Sede" se lo ha impedido. Algo inaudito y aparentemente muy contradictorio, si no fuese por que en todos estos casos, las aparentes creencias son un cuento que tapa historias de poder mucho más serias.
Algunos de estos obispos son los que hace un mes suscribieron un polémico documento prohibiendo la bendición de parejas homosexuales por ser "pecado".
No les falta razón. Cualquier persona que se proclama miembro de una organizacion, cuando menos, debe de asumir sus reglas. Los católicos son antiabortistas y solo permiten y aceptan matrimonios heterosexuales.
¿Por qué quieren insistir algunos en aparentar ser miembros de algo en lo que reconocen que no creen?
Ser miembro de una fuerza fáctica es importante y ayuda en el mundillo político. Aunque tengas que hacer el paripe. Y ese paripe viene bien a unos y a otros. Pues que les den morcilla a unos y a otros.