Esta forma de ganar unos comicios no es nueva, ya la vimos con el Brexit, ya la vimos con Trump, de la que Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez mediante, ha importado con éxito a España una forma de hacer antipolítica.
Estas elecciones las ha ganado la lideresa reaccionaria, no el PP, que ha permanecido como marca de una u otra manera ausente de la campaña, tanto como el errático Pablo Casado que ahora emprenderá su enésimo viaje hacia la radicalidad derechista.
En Génova, donde los populares quizá hayan celebrado su última victoria, se apuntó a Moncloa y a Sánchez como objetivo a cobrarse. Estas elecciones tuvieron su coartada en la moción de censura murciana, pero su objetivo siempre fue torcer el giro al centro de Casado y situar a Ayuso a las puertas del viaje que Aguirre siempre se quedó con las ganas de hacer: la presidencia del Gobierno de España.
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