El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

domingo, 20 de enero de 2019

La tormenta de esta semana en Podemos, por esperable y repetida, no deja de ser triste y frustrante.

La "pelea" entre las dos corrientes ideológicas más importantes de Podemos, las representadas por Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, puede poner un poco más cerca ese triunfo de las derechas en la Comunidad de Madrid. 

El planteamiento de Errejón –no separarse ni un segundo de la alcaldesa Manuela Carmena– parecía absolutamente acertado para mejorar sus expectativas electorales como candidato regional de Podemos.

El hacerlo de espaldas y contra el criterio de la dirección, aunque a su vez no hubiera parado de ponerle chinas en el camino, es lo que le permite a los ortodoxos leninistas situarlo en el bando de los traidores a la Organización.

Veremos cómo acaba esa guerra. Puede ser el principio del final de una bonita experiencia política. Al menos como partido que hasta hace nada aspiraba a sobrepasar al PSOE para luego gobernar en coalición con ellos. ¡Cómo pueden cambiar las cosas en tan poco tiempo!

En momentos menos convulsos que los actuales, en Ferraz estarían felices de ver cómo se desangra su alternativa por la izquierda pero no es difícil adivinar que hoy reine la inquietud en las filas socialistas hasta comprobar si esa batalla cainita convierte a la formación morada en otro PCE, en otra IU, y el PSOE recupera decenas de miles de votos perdidos. O si deja en casa, como en Andalucía, a cientos de miles de votantes progresistas y las derechas recuperan nuevos espacios de poder para hacer quién sabe qué políticas.