No confundas mi personalidad con mi actitud.
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jueves, 27 de junio de 2019

Otegi, simplemente repugnante.


Cuando alguien quema un bosque y cuando los bomberos están a punto de apagarlo, él se acerca, mea sobre la última llamita y alardea de haber contribuído a apagarlo, no solo es gilipollas, además sigue siendo un peligroso incendiario.

Ayer me pareció estupendo que la televisión pública invitase a Otegí. Sirvió para demostrarnos a todos lo poco que había evolucionado. Oirle podía dar nauseas, pero la culpa no la tenia el medio público. Nadie blanqueó su imagen. Él se enmierdó solo.

Se limitó a decir que "Lo siento de corazón si hemos generado más dolor a las víctimas del necesario o del que teníamos derecho a hacer". ¿Del necesario? Repugnante. Llama la atención que quien se autoproclamaba el "Mandela" vasco siga refugiado en su laberinto, con los mismos argumentos de hace una década. Y cuando alguien no avanza, en general, retrocede. Es el caso. Lamentable. Si el radicalismo vasco quiere avanzar, debe de jubilar a estos impresentables imposibles de reciclar.