Un Ayuntamiento merece gestores sin constructoras detrás, buenos gobernantes, juego limpio y espíritus sin contaminar. Representantes que te permitan dormir tranquilo porque sabes que van a trabajar para continuar rebajando deuda y planificando un futuro menos hipotecado y más apetecible, en el que no den trabajo solo a los "suyos", no pensando en cómo llenar sus bolsillos y los de sus amigos.