Ernest Maragall no quiere saber nada de su expartido, el PSC, y los socialistas insisten en que harán lo imposible para que el republicano no sea alcalde. Todos tienen sus razones, algunas incluso comprensibles, pero sus líneas rojas contradicen la opinión mayoritaria expresada en las urnas. Donde unos ven a la Fiscalía, la Abogacía del Estado o la suspensión de diputados electos otros ven la parálisis en el Govern, el veto a Miquel Iceta como senador o el riesgo de nuevas aventuras unilaterales.
Y en medio del fuego cruzado, Ada Colau. Haga lo que haga, gana el PSC. Jaume Collboni regresará de nuevo al equipo de gobierno si ella es alcaldesa o se convertirá en líder de la oposición al arrinconarla en el bando independentista. Esta vez quien seguro que no pierde es Miquel Iceta, que una vez más demuestra que sigue siendo un gran estratega.
¿Qué hará Colau? La decisión no es fácil pero tiene argumentos para defenderse, sea la que sea. Cada vez más voces en los 'comuns' consideran que la prioridad es mantener la alcaldía. Los partidarios de que acabe presentándose y obtenga la alcaldía gracias a tres votos del grupo de Manuel Valls arguyen que es la manera de poder continuar con las medidas que han quedado pendientes y que, para qué engañarse, entre estar en el gobierno o en la oposición, siempre es más atractivo lo primero.
Además, nadie podrá seguir acusando a Colau de ser independentista, pese a que ella siempre que se le ha preguntado ha dejado claro que no lo es. Otro argumento esgrimido por los favorables a esta opción es que para que los 'comuns' puedan sobrevivir como proyecto político necesitan ocupar alguna parcela de poder institucional.