blogs.publico.es/escudier/2020/07/28/el-rey-y-pedro-sanchez |
Es sabido que las cosas de palacio van despacio pero la parsimonia de Zarzuela en cambiar la placa del buzón de la entrada parece más propia de una resistencia numantina que de la lentitud con la que dicen que suele obrar la razón antes de tomar decisiones trascendentales. Como en todo dilema, solo son dos las alternativas posibles: la liquidación freudiana del padre, desahucio mediante, o el suicidio consciente de la institución, que tendrá que ser asistido si el retraso sobrepasa el límite de lo tolerable.
Lo que parecía un plan diseñado para establecer un cortafuegos en torno al Rey y evitarle así que el incendio provocado por su progenitor le chamuscara el armiño se ha transformado en una pugna entre quienes reclaman ejemplaridad y transparencia y un jefe del Estado que lleva muy malamente eso de que la plebe le marque el camino. Como el repudio es inevitable, cuanto más tarde en cambiar la cerradura y en poner al emérito las maletas en la puerta, cuanto más parezca que actúa bajo presión y no por convencimiento, mayor será el deterioro de la propia monarquía, algo que se comprobaría estadísticamente si en algún momento, antes de la próxima glaciación, el CIS de Tezanos preguntara por el particular al respetable.