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viernes, 17 de julio de 2020

El anillo de Giges y "el Emérito".


No cabe duda de que Juan Carlos de Borbón ha perdido el anillo de Giges. El Señor ya no puede conseguir la invisibilidad de la que gozó durante todo su reinado. Fue Platón, precisamente en su obra 'La República', el que transmite el mito del anillo que el pastor Giges encontró en un cadáver y que sólo con voltearlo en el dedo le permitía volverse invisible para que todas sus acciones, así realizadas, no fueran percibidas. 

El rey Juan Carlos tras su abdicación EFE
eldiario.es/opinion/zona-critica/Elisa  Beni
El anillo de Giges del rey emérito se empezó a construir con el miedo de la transición y se forjó después con la aquiescencia de políticos, empresarios, periodistas y cortesanos varios de un monarca que presumía de no tener Corte. En la villa, sin embargo, eran muchos los que de siempre han sabido que Juan Carlos I giraba su anillo en el dedo cada vez con mayor frecuencia y cada vez con mayor atrevimiento.


La ejemplaridad se tambalea con un yerno en prisión y un suegro que acarrea dinero en maletines que cuenta cual tío Gilito en la sede de la Jefatura del Estado de España. Ni el pueblo español ni las cancillerías extranjeras pueden sustraerse a esta imagen obscena que antes cubría la invisibilidad que entre todos le aportaron. Juan Carlos I ha lanzado a la escoria de la historia reciente su legado y sólo las generaciones que ya no veremos sabrán si la historia con mayúsculas rescata del lodo alguna parte.