Los electores vascos le mandaron el domingo un recado a Pablo Iglesias. No se puede montar en Euskadi una organización política progresista con una "supervisión" tan descarada desde Madrid. No son bien recibidas esas enormes diferencias entre lo dicho y lo hecho. Pablo Iglesias hace tiempo que ha dejado de ser aquel referente y aquel líder que surgió "de las barricadas" y los votantes recuerdan aquello de que "la mujer del Cesar no tiene ni que serlo ... ni parecerlo". Sus "cambios de vida" a los que sin duda tiene todo derecho, no han sido asumidos como "normales" ni entre su militancia ni entre sus votantes. Y en una organización tan "carismática", tan de "amado líder", estos resultados, cuando menos, le deben de llevar al rincón de pensar.
Por otro lado, en el otro extremo del arco parlamentario, debacle, una más, del PP, que sigue sin encontrar su sitio en el País Vasco, no tiene un discurso claro ni un líder consistente. También en este partido el dedo de Madrid se muestra públicamente con excesiva frecuencia y descaro. Y vuelvo a recordar al Cesar, y el ataque sufrido por su hijo Brutus/Vox (un nombre que queda muy bien en la comparación). Vox, el hijo descarriado, surge en el Parlamento y tira por tierra todos los objetivos que se habían puesto de ser la marca única. Supongo que en Génova se consolarán con el enésimo triunfo de Feijóo en Galicia. Pero aquí, deberían hacérselo mirar. Tantos errores seguidos no son fruto del azar. Otros a los que invito a acudir al rincón de pensar.