El PP ha convertido el asunto Rivera en un fracaso propio cuando realmente es un éxito para el País

lunes, 13 de julio de 2020

Dos conclusiones en relación a los resultados del PP en Galicia y en Euskadi.


Por una parte Galicia. Si el presidente gallego hubiese tropezado, también lo hubiera hecho Pablo Casado. Pero habiendo logrado una victoria clara, como indican los resultados de ayer, se abrirá el melón de "la línea política a seguir" en el PP. Feijóo ha sido muy explícito durante la campaña sobre sus diferencias respecto al tipo de oposición que ejerce su partido, incluyendo nítidas invectivas contra la portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo. Feijóo, o su línea política, se convertiría en una alternativa real a la de Casado y eso siempre implica la formación de una corriente interna de afines que presionaría al actual líder en la línea de una mayor moderación.


Por otro lado Euskadi. El fiasco de la apuesta de Casado en el País Vasco, con la candidatura de Carlos Iturgaiz, una operación anclada en otros tiempos que demuestra que el PP no ha acompasado su estrategia a los cambios que ha vivido Euskadi con el fin del terrorismo. La sociedad vasca ha abrazado su nueva normalidad con rapidez y entusiasmo. Pocos desean echar la vista atrás. Tras el fracaso de Iturgaiz, cae también el mito de que la unidad hace la fuerza y el experimento de presentar una lista conjunta entre el PP y Ciudadanos queda desprestigiado, con su consiguiente lectura de cara a Cataluña. 

Está claro que al PP le sigue doliendo la amputación por el lado de Vox más que ningún otro mal.