Por otra parte, no hay nadie en la política vasca, y dudo que tampoco fuera, que sea capaz, como los dirigentes de Sortu, de justificar hasta 2011 el asesinato a sangre fría de un oponente político y a partir de entonces convertirse en artesanos de la paz e incluso reprochar a los demás que no quieran la paz: ¿cómo confiar en gente así?
La respetabilidad democrática de EH Bildu requiere de dos grandes pasos aun no dados por la coalición porque no se puede alimentar a la bestia y después desentenderse de sus actos. Tendrán que añadir a su diccionario la palabra condena. Y tendrán que jubilar a toda una generación a la que cuesta creer cuando se disfrazan de la monja de Calcuta. Y mientras tanto, ni tripartito, ni hostias.