Hay muchos motivos para ser pesimista a corto plazo.
A solo ocho semanas de la Navidad, todo son incertidumbres en la España de la pandemia por COVID-19. El pesimismo gana adeptos.
Incertidumbres sobre las comidas y cenas familiares durante las fiestas; sobre los viajes desde las grandes ciudades a la España vacía y viceversa para visitar a padres, hijos, hermanos o primos; sobre la campaña comercial que arranca con el Black Friday a finales de noviembre y llega a primeros de enero, al día de Reyes... Si 2020 ha sido el primer año sin fiestas patronales, 2021 tiene muchas papeletas de ser el primero sin cotillones de Nochevieja y sin cabalgatas de Reyes.
Y esta semana la terminamos en Noviembre. El undécimo es siempre un mal mes en las estadísticas demográficas españolas de salud. La llegada del frío, la expansión de la gripe común, la disminución de las horas de luz y otros factores similares convierten por lo general a noviembre en un mes con una alta mortalidad, especialmente entre población envejecida o con patologías crónicas que se agravan en otoño. Este año, la COVID-19 puede empeorar todas las estadísticas.
Son muchos los expertos que piensan que tanto las últimas medidas de la Comunidad de Madrid como las de otras comunidades y las del Gobierno central llegan tarde y/o son insuficientes. Hay muchos motivos para ser pesimista a corto plazo.