En Madrid están en estado de alarma, pero tienen los bares y los restaurantes abiertos y, en cambio, Catalunya no tiene estado de alarma y tiene todos los establecimientos de restauración cerrados para el consumo en su interior. Difícil de entender.
No es de extrañar que el Ministerio de Sanidad trate de poner un poco de orden con un plan presentado ayer que intenta homogeneizar las respuestas a los contagios para que se puedan aplicar en cada una de las comunidades. De todas formas, las recomendaciones del equipo de Salvador Illa no son de obligado cumplimiento para las autonomías.
La pandemia ha permitido ver la realidad de la gestión sanitaria en España y de las dificultades del actual modelo, que ha permitido a algunas comunidades, como la de Madrid, enfrentarse a cara de perro con el Gobierno central. Pese a estas graves disfunciones, el modelo descentralizado seguramente sigue siendo válido, pero la pregunta que cabe hacerse es como actuar cuando a algún presidente autonómico se le va la mano.
El momento actual no invita a este tipo de debates, pero cuando la pandemia sea dominada, tocará repensar el modelo para hacerlo lo más funcional y efectivo posible sin que la Península sea el paraíso de los reinos de taifas.
El momento actual no invita a este tipo de debates, pero cuando la pandemia sea dominada, tocará repensar el modelo para hacerlo lo más funcional y efectivo posible sin que la Península sea el paraíso de los reinos de taifas.
Y lo mismo sucede con Europa.
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