La respuesta es tan obvia que define a quien no la entienda. Donde Vox tiene influencia en los gobiernos autonómicos, hemos visto cómo se ha legislado contra las políticas que enfrentan la violencia de género, se ha criminalizado a la migración, se ha atacado la Memoria Histórica anhelando el franquismo o se ha negado el impacto del cambio climático, entre otras, acciones. Si a este proceder, sumamos los discursos incendierarios de sus líderes, obtenemos un buen cóctel de neofascismo.
Por el contrario, si analizamos la influencia de Unidas Podemos en el actual ejecutivo se pueden destacar la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), la creación del Ingreso Mínimo Vital (IMV) que este mes ya llegará a 400.000 familias, los acuerdos sin precedentes entre patronal y sindicatos en cuestiones como los ERE o la regulación del teletrabajo, la regulación de precios de artículos sanitarios de primera necesidad... Actuaciones que no parecen amenazar la democracia y ni los Derechos Humanos (DDHH), más bien al contrario, parecen acercar el objetivo de la Justicia Social y, quizás, por eso el PP quiere sacar de la ecuación al partido de izquierda.