Los dos que más se la juegan son el PP y Ciudadanos, ya que el resto tienen electorados y características que les hacen más fácil la posición.
En esta decisión los populares tienen que definir su estrategia para el próximo periodo: optar por disputar electorado a Vox o por intentar arrebatárselo a Ciudadanos. Lo primero supone entrar a la guerra cultural defendida por la extrema derecha, orillarse en la posición ideológica y arriesgarse a que les salga mal, como ha pasado en otros países europeos. Si, por el contrario, deciden votar en contra y distanciarse de Vox, estarán en condiciones de recuperar terreno en el ámbito del centro derecha, pero dejarán el espacio más conservador sólo para Vox, y quién sabe si se podría comprometer la estabilidad de los Gobiernos autonómicos que necesitan del apoyo de los de Abascal.
También Ciudadanos se juega mucho en esto. No por el sentido de su voto en la moción, que no parece que genere dudas, sino por el discurso que articule la formación. Arrimadas tiene la oportunidad de distanciarse definitivamente de la extrema derecha y confirmar la estrategia de “re-centramiento” de los naranjas, pero no resultará muy creíble si mantiene su alianza en los Gobiernos de Madrid y Andalucía.