Ni va a condicionar más las decisiones que el Gobierno tome contra la pandemia, ya lo ha hecho demasiado estas dos semanas en Madrid, ni va a modificar significativamente la marcha de las encuestas, su principal objetivo, y rebajar la presión electoral de Vox. Casado actúa a la desesperada. Sin criterio fijo, para golpear sin más, para parecer más duro que el partido de Abascal.
El PP tiene un problema adicional que parece pequeño, pero que puede llegar a no serlo: Ciudadanos. Empieza a estar claro que es cada vez menor la sintonía entre ambos partidos.
Es pronto para pronosticar hasta donde va a llegar ese desacuerdo. Pero no se puede descartar que dentro de no mucho Ciudadanos tome alguna decisión. No en toda España, la actitud del presidente de Castilla y León sugiere que él cree que en su región puede evitarse la ruptura y en Andalucía y en Murcia no parece haber tensiones, pero puede que sí en Madrid.
Ciudadanos está apostando a salir de su marasmo con una política que lo diferencie algo del PP, y ahí se inscriben sus conversaciones con el PSOE en torno a los Presupuestos, y no está dicho que esa actitud no pueda tener resultados electorales.
Hoy por hoy, la gran mayoría de los ciudadanos están hartos del espectáculo que están viendo en la escena política, al tiempo que crece su temor y su inseguridad por el crecimiento imparable de la pandemia. Frenarla y mejorar el estado de ánimo de la población deberían ser hoy las prioridades de todos los partidos políticos. Aunque, desgraciadamente, no será así para algunos.