Por eso, el fascismo y el antifascismo radical, siendo dos cosas harto diferentes, coinciden finalmente en su escaso amor por esta forma de organizarnos.
Y eso es importante.
El vaciado del "centro político" no es una operación de geometría política, sino de disputa por una hegemonía antagonista que, una vez conquistada, se atrinchera en un poder indiscutible.
Ya sabemos que el "centro" no existe. Existen los partidos de centro derecha y de centro izquierda, siempre dispuestos al diálogo y al consenso.
Ese vaciado del "centro político" no consiste en eliminar fuerzas políticas ubicadas en la mitad, en la moderación o en el gradualismo, sino en borrar del escenario la idea de consenso, mínimos comunes, tolerancia, alternancia o derechos universales vistos sin reservas, sin lecturas de parte, unilaterales.
La democracia liberal (La democracia burguesa de los libros marxistas) en esta fase de nuestra sociedad, donde la conciencia solidaria avanza especialmente lenta, se ha demostrado mucho menos peor que cualquiera de sus alternativas para estas horas.