- Más de tres meses fueron necesarios para la investidura de Puigdemont y casi cinco para la de Torra. Con estos precedentes, a nadie pueda sorprender que tras el resultado de las recientes elecciones, el proceso de investidura esté enmarañándose.
- Pero mientras la independencia sea la línea divisoria entre los partidos catalanes, el desgobierno resultará inevitable. Lo hemos podido comprobar en las dos últimas legislaturas, tras los resultados de las elecciones de 27 de septiembre de 2015 y de 21 de diciembre de 2017.
La heterogeneidad de los partidos a cada lado de la línea divisoria convierte en un laberinto primero la operación de investidura y no garantiza después que dicha mayoría de investidura vaya a operar como mayoría de gobierno a lo largo de la legislatura. - Pero en el campo nacionalista nadie parece dispuesto a reconocerlo. Lo más probable es que haya investidura de Pere Aragonés. Pero de ahí a que Catalunya tenga un Gobierno para la legislatura va a continuar habiendo la misma distancia de la que ha habido en las dos pasadas.
eldiario.es/contracorriente/