La Turquía dictatorial de Erdogan, con su desprecio a los derechos humanos, también a las mujeres, marcó las normas de juego y, por falta de reflejos (o algo peor), los mandatarios europeos acataron. Ni Michael debió aceptar la butaca ni Von der Leyen, su espacio subalterno.
Era un juego de sillas sin pizca de inocencia, y la UE perdió. Es evidente que no estamos ante un error diplomático. En una visita de tal calibre, cada gesto se mide al milímetro. La humillación es evidente. Un desprecio que son muchos. Hacia el cargo que ocupa y hacia su condición de mujer.
A Von der Leyen no le hizo gracia quedarse sin silla en reunión con Erdogan. /
VÍDEO: EFE www.elperiodico.com/es/opinion
Sobre el incidente producido la semana pasada, Michael, presidente del Consejo Europeo, ha afirmado que prefirió no sembrar dudas sobre el trabajo diplomático ni «tener una actitud paternalista hacia Von der Leyen». La respuesta es tan necia como insultante la escena.
Era un juego de sillas sin pizca de inocencia, y la UE perdió. Es evidente que no estamos ante un error diplomático. En una visita de tal calibre, cada gesto se mide al milímetro. La humillación es evidente. Un desprecio que son muchos. Hacia el cargo que ocupa y hacia su condición de mujer.
A Von der Leyen no le hizo gracia quedarse sin silla en reunión con Erdogan. /
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Sobre el incidente producido la semana pasada, Michael, presidente del Consejo Europeo, ha afirmado que prefirió no sembrar dudas sobre el trabajo diplomático ni «tener una actitud paternalista hacia Von der Leyen». La respuesta es tan necia como insultante la escena.