Los bancos pueden pasar por encima de la ley, apoyando su bota en la cabeza del Supremo, para sentar sus supremas posaderas en nuestra cara y en las de la maltrecha Justicia española.
Habíamos visto tribunales politizados, fallos judiciales ideológicos, jueces enchufados por los partidos, fiscales que defienden a corruptos o maniobras para que las élites eludan la ley, pero no habíamos visto hasta ahora lo que ha ocurrido recientemente en el Supremo.
Lamentable.