blogs.publico.es/escudier/2020/02/24/los-zombis-del-pp |
Desde que la rubia marquesa de Casa Fuerte, o sea Cayetana Álvarez de Toledo, le acusara de ser un blandito con los nacionalistas, Alfonso Alonso se sabía sentenciado y solo las circunstancias, en especial el adelanto electoral en el País Vasco, le habían permitido mantener la cabeza sobre sus hombros y figurar brevemente como candidato. Su rechazo frontal a las regalías que se otorgaban a Ciudadanos en el acuerdo de coalición con el PP vasco, hecho a sus espaldas, ha venido a ser su canto del cisne, un bello réquiem a la dignidad de quien ya tenía escrito su destino y no quería posponer lo inevitable.
La muerte política del dirigente vasco demuestra que Aznar vive y reina, aunque sea por la personita interpuesta de Pablo Casado, y ello le ha permitido en el año y medio que su aprendiz lleva al frente del PP rescatarse a sí mismo y a sus zombis de cabecera, a los que ha ido colocando en la nueva estructura de mando como si Rajoy no hubiera existido o se le pudiera borrar de la historia a golpe de escoplo como se hacía en el Antiguo Egipto con los faraones herejes.
Sin embargo, no todo está escrito. Bastaría con que los resultados en el País Vasco demuestren de nuevo que algunas sumas restan y que el último mohicano del marianismo que es Feijóo resista en su aldea gala para que muchos caigan del caballo y se planteen si fue una buena idea esa locura de exhumar a esos diestros tan siniestros.