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jueves, 13 de febrero de 2020

Parasitos. La película. Una cruda representación de la realidad y el choque social.

‘Parásitos’ es una de esas películas que no deja indiferente de principio a fin. Tarda poco en engancharte y no te suelta hasta un final arrollador. 

La película cuenta la historia de una familia de cuatro miembros que se infiltra, a base de mentiras, como empleados domésticos de otra. Digamos que la película dirige nuestra atención e interés a cómo lo logran, a cómo mantienen esa farsa, antes de que todo estalle al final. Sin embargo, desde su propio título, ‘Parásitos’ juega con un doble sentido del término parasitario

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Hasta entonces podríamos creer, aunque nadie nos lo diga, que si la película tiene malos y buenos, los primeros son los protagonistas y los segundos, los inocentes millonarios. Sin embargo, además de la estupidez que domina a la confiada clase acomodada y nuestra predisposición natural a posicionarnos del lado de los desfavorecidos, hay otro desagradable suceso que inclina la balanza: el olor, ese olor tan repetido y, por lo visto, característico de la primera familia viene de su condición. No depende de su perfume, de su ropa o de su gel de ducha, procede de su vida en el subsuelo. Es el olor de la gente del metro, es el “olor a pobre”. Y eso, simplemente eso, es algo insoportable para la ideal, feliz y educada familia rica, los Park.

A primera vista, ‘Parásitos’ podría leerse como una sátira social en la que una familia pobre se aprovecha de un clan adinerado, pero esa lectura es peligrosa. En realidad, los pobres de la película son personas con talento y dignidad. Es la falta de empleo la que les empuja a aprovecharse de los ricos. Además, la familia burguesa también puede verse como un grupo de parásitos: son incapaces de realizar las tareas más elementales y requieren de sus sirvientes para hacer cualquier cosa.

El final es un poco cruel, y triste, pero creo que es real y honesto con la realidad. Todos sabemos que ese chico no va a ser capaz de comprar esa casa. Aunque quede triste. solo muestra el terrible y explosivo estado de la realidad.  Es una furiosa crítica a la división de clases, más en aumento que nunca en el mundo actual, especialmente en países de capitalismo extremo como Corea del Sur. 

Esto, creo, es la belleza del cine. se plantea quién es realmente el parásito. Si hay parásitos en nuestra sociedad, son ellos. Ese 1% depende del trabajo (la sangre por seguir con la metáfora) del otro 99%.