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miércoles, 22 de abril de 2020

150 años del nacimiento de Lenin

la vanguardia.com/historia y vida
Si un líder personifica la Revolución Rusa, ese es Vladímir Ilich Uliánov (1870-1924), más conocido por el sobrenombre de Lenin. Importante teórico marxista, a partir de 1917 tuvo la responsabilidad de dirigir un inmenso estado. Bajo su dirección, el antiguo imperio de los zares se transformó en una república comunista.

Durante sus primeros años vivió en el ambiente de la pequeña nobleza a la que pertenecía por nacimiento, y llevó una vida tranquila, más preocupado de cuestiones literarias.

Pero después de este período feliz iba a llegar una etapa de continuos sufrimientos y turbulencias. La muerte de su padre, y la ejecución de su hermano por tropas zaristas lo marcaron profundamente. Miembro del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, Lenin se convirtió en un protagonista destacado de su división en dos bandos antagónicos. Él lideraba la facción centralizada y mayoritaria, o bolchevique. La facción minoritaria, o menchevique, se inclinaba por un partido de masas.

Su oposición al zarismo le costaría un largo destierro a Siberia, entre 1897 y 1900. Con el paso del tiempo, su intransigencia se agudizó más y más, hasta el punto de romper en diversas ocasiones con viejos compañeros por discrepancias ideológicas. La “libertad de crítica”, según manifestó en el panfleto ¿Qué hacer? (1902), no era más que un pretexto para introducir dentro del socialismo elementos burgueses.


Cuando la represión zarista aplastó a los rebeldes tuvo que expatriarse. LPrimera Guerra Mundial, en 1914, y la revolución que dejó paso al gobierno burgués de Aleksándr Kérenski le pillaron en Zurich. La realpolitik le proporcionó un tren para que pudiera alcanzar Rusia sin problemas, y así, el agitador contribuiría a sembrar el caos en el territorio enemigo.

Les salió el tiro por la culata. Los bolcheviques terminaron conquistando el Palacio de Invierno. 
Rusia entraba en una nueva etapa de su historia, en medio de esperanzas mesiánicas. Se había dado el primer paso para transformar todo el planeta en un mundo sin diferencias de clase, en el que reinaría la justicia social. 

Los artífices del audaz experimento soviético no podían imaginar que todo iba a irse al traste, fundamentalmente por el mal ejemplo de los que tenían que poner en práctica las teorías igualitaristas que oficialmente defendían. El libro "Rebelión en la Granja" sería la versión más sincera de lo que ocurrió realmente.

Y antes de que acabara el siglo se desmoronó como un castillo de naipes. Afortunadamente. No eran, ni de lejos, el ejemplo a seguir por las fuerzas progresistas del mundo.