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a Imanol Larzabal que bien
pueden servir de homenaje
y despedida a José Mari:
Había una emoción inefable en el aire,
y en el rostro de tus amigos
un dolor mudo/
cuando te despedimos allí donde
las personas miran de soslayo al mar/
una culpa que impide sanar
las heridas de un error,
quisiéramos ofrecerte
un último aplauso/
en su humildad,
la flor de un verso sentido,
o tal vez pedirte perdón/
por haberte dejado tantas veces solo,
te habías marchado
a un sombrío páramo/
libre de la crueldad humana,
posteriormente no hemos sabido de ti
pero en el lugar en que estés/
infinito, oculto y protegido, apiádate de nosotros,/
los carentes de la piedad que habrías requerido.