Está en el ambiente el debate de si la Administración, en casos como el presente de Estado de Alerta, tiene derecho a saber de nuestra ubicación y movimientos.
Estados ideológicamente tan dispares como China o Corea del Sur lo hacen sin ninguna protesta importante por parte de la ciudadanía.
Y llama la atención como aquí los defensores de la libertad individual y su garantismo se rasgan las vestiduras ante la posibilidad de que el Estado pueda informarse de sus movimientos contrarios a la legalidad, en aras de mejorar la libertad colectiva.
No me extraña porque muchos de los detractores responden a ideologías cuyos presidentes de partido han sido los primeros en saltarse las medidas de obligado cumplimiento. Uno marchándose a su segunda residencia nada más comenzar el Estado de Alerta y el otro pasándose por su arco del triunfo personal la prohibición de salir a pasear.
Apuesto por el uso de las todavía llamadas nuevas tecnologías. Que lo que ya sabe Google sobre mis movimientos diarios lo conozca oficialmente la Administración no solo no me importa sino que me parece estupendo si eso ayuda a una mejor salida del bache en el que nos encontramos.